Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con una maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en la gran obra.
Su https://mariyahmlsy396747.blogdiloz.com/37253601/la-confesión-de-zidane-sobre-su-cabezazo-en-2006